martes, 8 de febrero de 2011

Paso a paso la vida avanza

Al pasar por delante del rellano que acerca a la cima del pico desde donde se observa el mar, se pudo comprobar que no existían los dos árboles desiguales y cercanos. Aunque sus connotaciones permitían ubicarse cerca de uno u otro, no siempre estaban los dos de igual forma ocupados, resultaban ser unos magníficos sombreros. 
Durante muchos años todos aquellos que realizaban su primera parada para tomar aliento y meditar sobre lo que les había provocado hacer ese tramo, resultaba ser un descanso en esa larga y pedregosa caminata. 
Pudiera ser complejo y a la par paradójico que se desee realizar en cantidad de ocasiones mucho más de lo que realmente se puede o para lo que se está preparado, no siempre en la subidas a lo más alto es posible alcanzar el todo, suponiendo retos inalcanzables y provocando esfuerzos que no son para casi nadie fáciles.
A veces las cimas solo son para unos pocos, los elegidos tienen hora y día, no es que llegue una carta indicando el cómo y el cuándo, pero si existen pequeñas alarmas que indican cómo vas en los tramos anteriores. Las pausas son necesarias para un correcto balance, cuando se busca refugio para protegerse de los elementos adversos es posible que no se encuentren esos dos árboles casi distintos pero que ayudan a  alcanzar esa cima donde los pájaros son libres y las ardillas brillan, donde el verde se junta con el amarillo y todo el paraje suena como si varios instrumentos de cuerda se entrelazaran con los pianos de las nubes. Allí, allí es donde quizás se logre el último deseo, o pudiera ser que se visualice todo nublado lo que debiera haberse alcanzado y lo que realmente se alcanzó.

Miren E. Palacios
Bilbao, 19 de Enero de 2011


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