Al diablo ¡¡¡, exclamo Mario al dejar una pesada caja sobre proa, llevaba mucho tiempo dedicado a la mar y ese invierno no resulto ser como los demás, demasiados temporales, con viento y lluvia, poca pesca y mucho frio.
Fue tal el impulso que, junto con el suspiro y el rugir de una de las olas tomo la decisión de poner rumbo final. Esa sería la última vez que las estrellas iluminarían su cara reflejándola en el agua fuera de su entorno y lejos de su hogar.Miren E. Palacios
Bilbao a, 7 de Enero del 2012
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