El 25% de los jóvenes y adolescentes presentan un problema de salud relacionado con el uso de las nuevas tecnologías, un dato a tener en cuenta.
El Vivir constantemente conectados puede dar lugar a una adicción. El móvil se ha convertido en una extensión más de nuestras manos, ni en la playa, ni en el agua, ni haciendo deporte se le suelta, lo que ha permitido abrir un nuevo escenario de adicciones no regladas, pero cada vez más frecuentes.
Son conocidas como adicciones sin sustancia, Azucena Díez Suárez, presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría Infantil y psiquiatra y psicóloga clínica de la Clínica Universitaria de Navarra, nos lo hace saber. También indica que guarda ciertas similitudes con la ludopatía.
La experta apunta que algunos estudios han demostrado que el funcionamiento cerebral es muy parecido al que se da en los adictos a las drogas. Probablemente en los próximos años se considerará como un diagnóstico independiente.
La sobreexposición tecnológica y la facilidad y gratuidad de acceso a los contenidos provocan que se genere una necesidad de conexión que deriva en situaciones de ansiedad, irritación, enfado, abandono del tiempo libre y aislamiento social, insomnio y falta de apetito; estos y algunos más son algunos de los principales síntomas de alerta.
Las niñas se enganchan más a Internet y al móvil; son más sociales. Los niños prefieren los videojuegos, esto es lo que debemos evitar, aunque nos debemos alejar de los extremos. No podemos ver Internet como el demonio, porque no lo es, pero tampoco ignorar el uso que los niños hacen de él.
Detectado el problema y ya avanzado, se debe usar una terapia psicológica basada en medidas conductuales y de restricción. Es necesario establecer un contrato y unos límites de horario o, incluso, de no exposición, sugieren los expertos.
En el caso de la población adulta, se debe además prestar atención a un parámetro que se ve directamente afectado: la economía familiar. Las personas que padecen un problema de este tipo invierten todos sus ahorros de forma selectiva y compulsiva en teléfonos mejores o en juegos carísimos.
Existen todavía dos asignaturas pendientes contra estas nuevas patologías, el autocontrol y la higiene mental.
Cuidado por tanto, uso sí, pero adecuado en tiempo y forma; existe algo más que esa pantallita o pantallaza.
El Vivir constantemente conectados puede dar lugar a una adicción. El móvil se ha convertido en una extensión más de nuestras manos, ni en la playa, ni en el agua, ni haciendo deporte se le suelta, lo que ha permitido abrir un nuevo escenario de adicciones no regladas, pero cada vez más frecuentes.
Son conocidas como adicciones sin sustancia, Azucena Díez Suárez, presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría Infantil y psiquiatra y psicóloga clínica de la Clínica Universitaria de Navarra, nos lo hace saber. También indica que guarda ciertas similitudes con la ludopatía.
La experta apunta que algunos estudios han demostrado que el funcionamiento cerebral es muy parecido al que se da en los adictos a las drogas. Probablemente en los próximos años se considerará como un diagnóstico independiente.
La sobreexposición tecnológica y la facilidad y gratuidad de acceso a los contenidos provocan que se genere una necesidad de conexión que deriva en situaciones de ansiedad, irritación, enfado, abandono del tiempo libre y aislamiento social, insomnio y falta de apetito; estos y algunos más son algunos de los principales síntomas de alerta.
Las niñas se enganchan más a Internet y al móvil; son más sociales. Los niños prefieren los videojuegos, esto es lo que debemos evitar, aunque nos debemos alejar de los extremos. No podemos ver Internet como el demonio, porque no lo es, pero tampoco ignorar el uso que los niños hacen de él.
Detectado el problema y ya avanzado, se debe usar una terapia psicológica basada en medidas conductuales y de restricción. Es necesario establecer un contrato y unos límites de horario o, incluso, de no exposición, sugieren los expertos.
En el caso de la población adulta, se debe además prestar atención a un parámetro que se ve directamente afectado: la economía familiar. Las personas que padecen un problema de este tipo invierten todos sus ahorros de forma selectiva y compulsiva en teléfonos mejores o en juegos carísimos.
Existen todavía dos asignaturas pendientes contra estas nuevas patologías, el autocontrol y la higiene mental.
Cuidado por tanto, uso sí, pero adecuado en tiempo y forma; existe algo más que esa pantallita o pantallaza.
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