Realmente no hay que hacer grandes esfuerzos para ejercitar las neuronas, vamos a citar algunas cosas interesantes y que van íntimamente relacionadas con ello.
El cerebro es incapaz de tomar dos decisiones a la vez. Forzado a repartir la atención, desciende su rendimiento y se estresa.
Leer, cocinar o hacer manualidades mejora la concentración y reduce el riesgo de sufrir deterioro cognitivo en casi un 50 %.
Cepillarte los dientes con la mano no dominante, ducharte con los ojos cerrados o conducir con guantes son algunos modos ingeniosos de engrasar los circuitos de la atención.
No nos debemos quedar parados, treinta minutos de caminata intensa al día resultan más que suficientes. Y en las personas mayores de 65 años, tres días a la semana de actividad física pueden reducir el riesgo de demencia en un nada despreciable 38 %.
El aceite de oliva, las frutas, las verduras de todos los colores, las legumbres y el pescado constituyen la base de la dieta mediterránea. Un menú rico en productos frescos y que incluya pescado unas dos veces por semana previene la demencia e incluso frena sus síntomas.
Aprender idiomas o música constituye un excelente revulsivo y protege frente al deterioro cognitivo.
Conocer gente nueva, salir con los amigos o charlar un rato también activa la mente.
Descansar adecuadamente por la noche mejora el estado de ánimo, la motivación, el juicio y la percepción de los acontecimientos.
El yoga, aliado con la meditación, es ideal para relajar la mente y entrenar el cuerpo, con efectos impresionantes desde el primer día.
Reírse es, sin duda, una de las medicinas más eficaces, ejercita los músculos, reduce el estrés y libera hormonas que contribuyen a generar una sensación de bienestar. Pero además una buena carcajada reactiva las conexiones neuronales.
Dicho esto, riamos de todo, de todos y de uno mismo, además de sano es gratificante porque mejora las neuronas y la positividad.
El cerebro es incapaz de tomar dos decisiones a la vez. Forzado a repartir la atención, desciende su rendimiento y se estresa.
Leer, cocinar o hacer manualidades mejora la concentración y reduce el riesgo de sufrir deterioro cognitivo en casi un 50 %.
Cepillarte los dientes con la mano no dominante, ducharte con los ojos cerrados o conducir con guantes son algunos modos ingeniosos de engrasar los circuitos de la atención.
No nos debemos quedar parados, treinta minutos de caminata intensa al día resultan más que suficientes. Y en las personas mayores de 65 años, tres días a la semana de actividad física pueden reducir el riesgo de demencia en un nada despreciable 38 %.
El aceite de oliva, las frutas, las verduras de todos los colores, las legumbres y el pescado constituyen la base de la dieta mediterránea. Un menú rico en productos frescos y que incluya pescado unas dos veces por semana previene la demencia e incluso frena sus síntomas.
Aprender idiomas o música constituye un excelente revulsivo y protege frente al deterioro cognitivo.
Conocer gente nueva, salir con los amigos o charlar un rato también activa la mente.
Descansar adecuadamente por la noche mejora el estado de ánimo, la motivación, el juicio y la percepción de los acontecimientos.
El yoga, aliado con la meditación, es ideal para relajar la mente y entrenar el cuerpo, con efectos impresionantes desde el primer día.
Reírse es, sin duda, una de las medicinas más eficaces, ejercita los músculos, reduce el estrés y libera hormonas que contribuyen a generar una sensación de bienestar. Pero además una buena carcajada reactiva las conexiones neuronales.
Dicho esto, riamos de todo, de todos y de uno mismo, además de sano es gratificante porque mejora las neuronas y la positividad.
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