Caldo de cultivo marino.
En Plentzia (Bizkaia) se realiza un Proyecto de investigación e instala dos módulos submarinos para estudiar el envejecimiento de bebidas.
La segunda cata oficial realizada hace unos días de los vinos que duermen en el Laboratorio Submarino de Envejecimiento de Bebidas de Plentzia (LSB) cumplió con creces las expectativas. Tras permanecer sometidos a las condiciones del mar durante seis meses, el enólogo Txema García no dudo en calificar esta experiencia como «la creación de algo nuevo a lo que hasta ahora se conoce en el mundo de los vinos».
La bodega submarina de Plentzia cata la evolución de sus vinos tras seis meses en la profundidad del mar.
La vista, el aroma y el gusto juegan un papel fundamental según los entendidos a la hora de degustar un vino. Si a esto se le añade la influencia del mar, que profundiza en los sentidos, herramienta única y fundamental para estas lides, se descubren las sensaciones ofrecidas en Plentzia, algo distinto el sabor y el olor, luego pasaran a una bodega en tierra.
El LSB de Plentzia comenzó a funcionar el mes de septiembre de 2010 con un total de 800 botellas sumergidas en los dos módulos de envejecimiento y control construidos con un hormigón especial con resistencia para aguantar los envites de las corrientes. Ambos se encuentran a una profundidad de 16 metros en el exterior del muelle de San Valentín.
"La sensación general es positiva. El vino no empeora, todo lo contrario. En algunos caldos se potencia el sabor en boca", afirmó Borja Saracho, director gerente de Bajoelgua Factory, empresa que gestiona el laboratorio, sobre todo en las crianzas.
En Plentzia (Bizkaia) se realiza un Proyecto de investigación e instala dos módulos submarinos para estudiar el envejecimiento de bebidas.
La segunda cata oficial realizada hace unos días de los vinos que duermen en el Laboratorio Submarino de Envejecimiento de Bebidas de Plentzia (LSB) cumplió con creces las expectativas. Tras permanecer sometidos a las condiciones del mar durante seis meses, el enólogo Txema García no dudo en calificar esta experiencia como «la creación de algo nuevo a lo que hasta ahora se conoce en el mundo de los vinos».
La bodega submarina de Plentzia cata la evolución de sus vinos tras seis meses en la profundidad del mar.
La vista, el aroma y el gusto juegan un papel fundamental según los entendidos a la hora de degustar un vino. Si a esto se le añade la influencia del mar, que profundiza en los sentidos, herramienta única y fundamental para estas lides, se descubren las sensaciones ofrecidas en Plentzia, algo distinto el sabor y el olor, luego pasaran a una bodega en tierra.
El LSB de Plentzia comenzó a funcionar el mes de septiembre de 2010 con un total de 800 botellas sumergidas en los dos módulos de envejecimiento y control construidos con un hormigón especial con resistencia para aguantar los envites de las corrientes. Ambos se encuentran a una profundidad de 16 metros en el exterior del muelle de San Valentín.
"La sensación general es positiva. El vino no empeora, todo lo contrario. En algunos caldos se potencia el sabor en boca", afirmó Borja Saracho, director gerente de Bajoelgua Factory, empresa que gestiona el laboratorio, sobre todo en las crianzas.
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