Tal vez si hubiera preguntado dónde se tenía que esperar al autobús no me habría quedado en tierra y sin planes, tenía prevista esa excursión, ahora debido a ese lapsus toca improvisar, de momento pausa.
A los pocos minutos reaccione y opte por tomármelo con serenidad entrando a desayunar en una cafetería que me llamo la atención, me ubique en una esquina cercana a la ventana desde donde divisaba el exterior, sentí los reflejos de la luz encima de mi hombro iluminando las páginas del diario, al instante comenzó a llover, mi sensación cambio y me sentí aliviada de haberme quedado en la ciudad.
Miren E. Palacios
Bilbao, a 11 de Junio del 2011
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