Y al otro lado de la ventana, nada de nada. Julio, no era la primera vez que ingresaba en la unidad de respiratorio, su única esperanza era encontrar a su vecino de planta, ellos como nadie compartían la soledad de esas paredes, se ayudaban y de vez en cuando se contaban sus intimidades.
Aquél día, Julio, ya con el oxigeno conectado e instalado en esa habitación donde la distancia no existía, por más que él miraba y miraba, no lograba ver a esos ojos que siempre se cruzaban cuando más los necesitaba.
Miren E. Palacios Villanueva
Bilbao a, 12 de mayo de 2012
Aquél día, Julio, ya con el oxigeno conectado e instalado en esa habitación donde la distancia no existía, por más que él miraba y miraba, no lograba ver a esos ojos que siempre se cruzaban cuando más los necesitaba.
Miren E. Palacios Villanueva
Bilbao a, 12 de mayo de 2012
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