El leve crujir de la viga de la que cuelga su padre, el otro día le dio un gran susto, casi se desmorona el piso que ya habían cubierto. No sabían cómo hacer para sujetar los andamios y poder avanzar en la planta donde pensaban colocar una estancia.
Quiso hacerse el valiente y en apenas unos minutos casi cae al vacio, menos mal que Juan, su hijo, había colocado una red para evitar que los escombros saltaran a las zonas comunes.
Revisando de forma pormenorizada, se dieron cuenta que las termitas habían avanzado por donde no debían.
Miren E. Palacios
Bilbao, 8 de Febrero de 2013
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