viernes, 12 de octubre de 2012

¡¡¡El anciano y su salud mental!!!!

Con la edad van apareciendo una serie de manifestaciones que en su conjunto, podrían catalogarse de dificultades para mantener el equilibrio psico-social.  
El manejo de las personas mayores con algún tipo de trastorno psiquiátrico requiere, además de una actitud muy positiva de los profesionales sanitarios, el conocimiento de estos procesos, su previsible evolución, y las estrategias de intervención más adecuadas.  
Los trastornos psiquiátricos en el anciano son frecuentes y afectan a lo largo de la vejez, a una proporción que oscila entre el 60 y el 90 % de los casos. 
De todos los posibles cuadros psiquiátricos, el más frecuente en la primera mitad de la vejez (de los 65 a los 75-80 años) es la depresión y la prevalencia se reparte entre depresión y demencia en la segunda mitad desde los 75-80 años. 
La depresión es un trastorno del humor, del ánimo, que se acompaña de alteraciones en la actividad, en la capacidad de disfrutar de las cosas.  
En España se calcula que se producen 10,7 suicidios consumados por 100.000 habitantes; además, por cada suicidio consumado se producen de 8 a 10 intentos. 
En los ancianos el suicidio es más frecuente que en otros grupos de edad y el pico máximo de incidencia se produce entre los 75-85 años, y después se reduce. 
Existe un suicidio silencioso en las personas mayores que se sospecha cuando el paciente no pone los medios para preservar la salud, no sigue los tratamientos, no come, abandona la higiene personal, adoptan conductas regresivas, se aísla, no acude a las citas médicas y no se cuida. 
Hay que estar alerta a estas señales y a otras como: cuando el paciente quiere hacer testamento, despedirse de familiares, se preocupa mucho más de los temas religiosos, etc. 
También se presentan con frecuencia en las personas mayores y son motivo de demanda de atención, los trastornos del sueño.  
Se habla de anciano confuso cuando existe alteración de la conciencia y cambio en las funciones cognitivas superiores.   
Se define la agitación psicomotriz como una actividad motora excesiva, asociada a un sentimiento de tensión interior; suele ser repetitiva e improductiva y cuando resulta intensa se acompaña de gritos o quejas llamativas, violencia física y verbal, y gran aparatosidad manifiesta y observable.
 

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