jueves, 23 de junio de 2011

Adaptándose a un nuevo cambio

Al pasar por la escalera no pudo reprimir el impulso de llamar en esa puerta que le resultaba cercana y conocida, su amiga Celia debía estar, aunque ¡hacia tanto tiempo!, no sabía, tenía dudas, llamar o no llamar, tampoco quería molestar.
Igor siempre se había mostrado muy respetuoso con su adorada vecina,  sabía que había decaído bastante y que no se valía por si misma aunque realizaba lentamente sus actividades y hobbies, a eso él ya tenía claro que así como así no renunciaría, aun con dolores ella seguro que habrá seguido en su línea.
No se equivocaba….., al final y tras sus pensamientos, toco a esa puerta…… toc, toc….., al instante le abrió una chica, él no la conocía, no la había visto jamás,  a lo lejos  se escucho la voz de Celia, ¿quién es?, ¿quién es?...,  preguntaba con voz suave…, no sé, respondía su cuidadora; Igor atónito se imagino que la situación no era favorable y que quizás no debiera molestar, desconocía  que tuviera ayuda de forma permanente.
Tras unos minutos esperando y siguiendo instrucciones de Celia se acerco al salón para acomodarse, al rato visualizo a una mujer anciana encorvada, casi no le podía  ver la cara, ella se acercaba poco a poco, con muleta y agarrada del brazo de “esa chica”, a medida que se acercaba como queriéndole agradecer la visita intento enderezar su cuerpo y de pronto, Igor emocionado le dijo:  ¡oh Celia su sonrisa!, sonreía, sonreía  e iba trasmitiéndole  a su manera y a borbotones todo lo sucedido.
De forma pausada Celia le hacía saber que su vida había cambiado, un giro de mareo, ahora los segundos eran minutos, los minutos horas y las horas días; el sentido era otro, los cristales por donde miraba la existencia  le  permitían observarla de forma lenta, sus formas, sus prisas, como si de una  mágica pagina se tratara eran  todo pausas y descansos.
Había sufrido y su esqueleto se resistía en ocasiones a estar erguido, dado que  al movimiento se tambaleaba, se  veía además que su cuerpo ya era frágil, muy frágil;  Igor ante tal  evidencia internamente sintió tristeza, pensaba a la par de escucharla atentamente, con dulzura y añoranza que no quedaba casi nada de esa mujer valiente, emprendedora y luchadora;  animándose a sí mismo para a su vez trasmitirle su cariño a Celia, pudo captar , no obstante ,que respiraba profundamente con ánimo e ilusión.
Ahora no solo llevaba una muleta, también iba rodeada de bastones y apoyos, en casa y fuera; con frecuencia sale a tomar  esos rayitos de sol, para ella es todo un mundo sentarse en la plaza y conversar con sus amistades.
Nada ni nadie sabe lo que ha pasado y está viviendo hasta que le suceda a uno mismo, toda ha girado y le ha pillado por sorpresa, casi, casi como la que se ha llevado Igor, uno de sus  jóvenes  vecinos con el que más ratos ha pasado…………, que si las plantas, los cosidos, algún plato especial, etc., cualquier motivo era bueno para estar con esa amiga tan entrañable y especial.
Igor se fue pensativo al cabo de dos horas a su domicilio con la idea de darse  un tiempo para adaptase a este cambio e ir asumiendo que la vela no siempre puede estar encendida,  por mucho que se quiera  y se vaya encendiendo  de forma constante.
Miren E. Palacios
Llodio-Laudio a, 21 de Mayo del 2011                         

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