La Sra. Celia tenía el cabello a falta de darse un tinte, ella ya ronda esa edad en la que cualquier cosilla demuestra el paso del tiempo, siempre risueña, con ojillos pequeños, vivarachos, encantada de la vida y disfrutando de ella.
Había llegado el otoño y con él los primeros fríos. Acababa de pasar su revisión médica y se encontraba feliz, pero de pronto, tuvo un achaque, lo típico de los años, un dolor intercostal que la provoco molestias, eso hizo que no pudiera realizar sus labores más preciadas, cuidar de sus flores, realizar alguna muestra nueva de ganchillo y salir a dar una vuelta con sus amigas, tampoco le permitió vacunarse de la gripe.
Anteriormente a eso fue feliz, tuvo un evento, se preparó para él con sus mejores galas, ¡estaba tan guapa con aquel traje y sus perlas!, las perlas eran como sus ojos, preciosos, brillantes y de color miel. ¡Es tan vital la Sra. Celia!, ella siempre sonríe y sonríe, sabe que la vida es corta, que solo le da una oportunidad, por eso ella saborea la vida hasta la última gota.
Cuando estos últimos días se encontraba baja con ese reproche, ella pensó y recordó esos momentos y le ayudó a superar el bache. Siempre saca fuerzas e intenta tener metas, su gente, sus plantas, sus esquejes casi diminutos, sin apenas algún hilo de esperanza y vida y sus labores, esas que con sus manos son como de lienzo en oro. Todo, todo es bello mi querida amiga Sra. Celia, no tenga molestias, goce y viaje.
Miren E. Palacios
Bilbao, 20 de Octubre del 2010
Había llegado el otoño y con él los primeros fríos. Acababa de pasar su revisión médica y se encontraba feliz, pero de pronto, tuvo un achaque, lo típico de los años, un dolor intercostal que la provoco molestias, eso hizo que no pudiera realizar sus labores más preciadas, cuidar de sus flores, realizar alguna muestra nueva de ganchillo y salir a dar una vuelta con sus amigas, tampoco le permitió vacunarse de la gripe.
Anteriormente a eso fue feliz, tuvo un evento, se preparó para él con sus mejores galas, ¡estaba tan guapa con aquel traje y sus perlas!, las perlas eran como sus ojos, preciosos, brillantes y de color miel. ¡Es tan vital la Sra. Celia!, ella siempre sonríe y sonríe, sabe que la vida es corta, que solo le da una oportunidad, por eso ella saborea la vida hasta la última gota.
Cuando estos últimos días se encontraba baja con ese reproche, ella pensó y recordó esos momentos y le ayudó a superar el bache. Siempre saca fuerzas e intenta tener metas, su gente, sus plantas, sus esquejes casi diminutos, sin apenas algún hilo de esperanza y vida y sus labores, esas que con sus manos son como de lienzo en oro. Todo, todo es bello mi querida amiga Sra. Celia, no tenga molestias, goce y viaje.
Miren E. Palacios
Bilbao, 20 de Octubre del 2010
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