Hace unos días que no se le veía a la Sra. Celia, Aitor su vecino era conocedor de su precaria salud, dos días antes de poder verla y saber más de su dolencia, mantuvo una conversación con Igor el vecino del tercer piso ,contiguo al de la Sra. Celia.
Por fin supo por ella misma que, después de 50 días de haberse vacunado de la gripe no acababa de encontrarse bien, comenzó con fuertes dolores en la zona lumbar, muchísimo dolor, cada día más dolor, apenas se podía mover y mientras conversaba con ella su gesto indicaba que estaba sufriendo, todo ello le impedía hacer vida normal, ser autónoma, realizar sus pequeños hobbies y sobre todo salir a la calle.
Continuo relatándole que, acudió dos veces a la urgencia del hospital, su osteoporosis era muy severa, ella era la causante de tantas molestias de forma que poco o casi nada podría hacer ella sola en su domicilio, su vida había cambiado y por el momento necesitaría ayuda para casi todo, eso le había provoco una bajada en su estado anímico, Aitor desde entonces intentaba animarla y su cuidadora hacia lo mismo.
Fueron pasando los días y entre calmantes, calor local y cuidados fue mejorando la dolencia aunque no su salud, su ánimo se fue recuperando y poco a poco volvió a sonreír, a tener ganas de hacer proyectos.
Volvió de nuevo a salir a la calle, daba paseos cortos, con su bastón iba caminando buscando esos rayitos de sol que tanto escasean en otoño, su mirada chispeante denotaba ganas de descubrir lo que todavía la vida le tenia preparada, caminaba lenta muy lenta pero firme por desear que el mañana llegará, que resultará ser un nuevo día para ella, para los suyos, de color azul claro y brillante como si el reflejo de sus pupilas inundaran el firmamento y los astros bailaran al son de las trompetas celestiales.
Miren E. Palacios
Bilbao a, 19 de Diciembre del 2010
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