Hace ya tiempo que aquí nadie cree en los milagros - comento aquél anciano que cada día bajaba de aquel baserri - Llevaba mucho tiempo sin que el sol saliera, sus plantas sin flores y en la huerta los tomates que necesitaban un toque. Estaba nervioso porque ya no creía salvar su cosecha, se acercaba a menudo al pueblo y en su conversación solo transmitía querer vivir en aquella altura ,donde las tinieblas no son tan oscuras y la luz cada vez es más clara.
Donde el silencio tiene lenguaje y no se ve pasar a los peregrinos.
Miren E. PalaciosBilbao, a 25 de Junio del 2010
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