África, continente donde se registra cerca del 90% de las muertes por malaria o paludismo en todo el mundo, ha dado grandes pasos en los últimos años en el combate contra esta enfermedad, pero aún debe hacer más esfuerzos para lograr la cobertura universal de prevención de esta enfermedad.
Así lo asegura el informe "Día Mundial de la Malaria 2010: noticias actuales de África", realizado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la alianza "Hacer retroceder el paludismo", fundada por esta agencia de la ONU, la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Banco Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El paludismo o malaria es una enfermedad muy extendida en el trópico. Es una de las principales causas de mortalidad en el mundo. Está causada por un protozoo (Plasmodium) que es transmitido al hombre a través de la picadura de la hembra del mosquito Anopheles.
En el organismo humano, los parásitos se multiplican en el hígado y después infectan los glóbulos rojos.
Entre los síntomas del paludismo destacan la fiebre, las cefaleas y los vómitos, que generalmente aparecen 10 a 15 días después de la picadura del mosquito. Si no se trata, el paludismo puede poner en peligro la vida del paciente en poco tiempo, pues altera el aporte de sangre a órganos vitales. En muchas zonas del mundo los parásitos se han vuelto resistentes a varios antipalúdicos.
Entre las intervenciones fundamentales para controlar la malaria se encuentran el tratamiento rápido y eficaz con combinaciones de medicamentos basadas en la artemisinina, el uso de mosquiteros impregnados en insecticida por parte de las personas en riesgo y la fumigación de los espacios cerrados con insecticidas de acción residual, a fin de controlar los mosquitos vectores.
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